LA CREACIÓN HISTÓRICA DE LA CIUDADANÍA PERUANA A TRAVÉS DE LA EDUCACIÓN



por: Montalvo Ross, María


Resulta innegable reconocer a la educación como uno de los pilares fundamentales para el progreso de las naciones y la transmisión cultural. Desde que nacemos estamos siendo educados, sea a través de los primeros cuidados maternos, las relaciones familiares, la asistencia a una escuela y otros momentos cotidianos, de tal modo que van configurando cada modo de ser. La ciudadanía que, en la actualidad, el estado peruano necesita para desarrollarse  plenamente requiere de una capacidad autónoma respecto a la toma de una  decisión informada, en otras palabras, demanda de la educación básica necesaria, de su búsqueda constante y de las premisas de investigación como claves para la generación de nuevo conocimiento.


Volvamos en el tiempo, hasta aquel donde el estado-nación peruano no exista e incluso la misma palabra "Perú" tampoco lo haga. La educación que posee América latina y casi el 100% del mundo es la difundida en Grecia, la de Carlo Magno y la formación de sus escuelas a las que se añaden posteriormente las universidades medievales. En el imperio incaico no se formuló una concreta educación formal, pero sí métodos para la transmisión del conocimiento. ¿Cómo aprendían los niños y jóvenes?, viendo a sus padres, a sus vecinos en medida que crecían, ya hubiera sido para la agricultura o las técnicas medicinales. El concepto de educación occidental está enfatizado en la modernidad y en la formalización estructurada de enseñanzas, sin embargo, hablar de educación en el mundo prehispánico no hace referencia a un exclusivo y excepcional sistema estandarizado. En Perú se había desarrollado una civilización autentica, distinta y práctica que transmitía sus conocimientos oralmente de generación en generación, es decir, aplicando una herencia cultural: una educación directa para endosar cultura y definir la identidad de los pueblos.

Avancemos un poco más en la historia del Perú, posterior a la conquista y al establecimiento oficial de la corona española. Durante los tres siglos de dominación virreinal se impuso una educación elitista y excluyente. Los objetivos acérrimos de esta fueron dos: formar buenos cristianos y preparar a obedientes súbditos del poder español. Es evidente que hacer mención a una ciudadanía resulta inconexo, incongruente, pues al no existir nación, ni democracia, únicamente opresión y esclavitud, el peruano no poseía voz, ni voto, ni educación. No obstante, los criollos y mestizos que sí la recibían, respondían a una sociedad jerárquica y dividida y sin libertar de pensamiento.

El Perú actual radica entre los países que menos inversión realiza para su educación. ¿Cómo es que se ve aquello reflejado en nuestra sociedad? La huelga de los docentes. Cada profesor influye de manera particular en el crecimiento académico y moral del estudiante requiriendo capacitaciones financiadas estatalmente. Otro punto de reflexión social recae en los bajos índices de alfabetismo, situación fuertemente influenciada por la doctrina centralista costera que deja en el olvido a  prácticamente todas las comunidades indígenas y amazónicas. Como tercer punto, se puede detallar la dificultad de acceso a una educación de calidad por los costos que esta genera en comparación con otros estados de primer mundo, los cuales aportan sumas financieras equitativas a todos sus centros de enseñanza los cuales, en consecuencia, la brinden de manera gratuita. Para culminar, destaca el desinterés ciudadano hacia el ámbito político, dejándose encandilar por la retórica sutil y apabullante, las promesas inconclusas y una suerte de ignorancia colectiva que evidentemente la política actual apoya en boga de su beneficio.

Se invierte el 3.5 % del PBI nacional en educación cuando realmente estas cifras deberían llegar al 6 %. Cuando hablamos de educación y nos remontamos a inicios del siglo XX el Perú tenía 150 mil matriculados y hoy se calcula un promedio de 9 millones, en conclusión: la cobertura de educación ha crecido 60 veces su capacidad. La calidad educativa y la accesibilidad a esta son los grandes desafíos educativos que tiene el Perú junto con la fractura desmedida entre educación pública y educación privada. De la otra cara de la moneda, el Perú ha venido experimentando cambios significativos en materia universitaria, un ejemplo claro son los procesos estrictos de licenciamiento que realiza la SUNEDU (superintendencia nacional de educación), pues las universidades no solo deben enfocarse en generar servicios, sino también en promover la investigación, misma que necesita fuerte financiamiento, una inversión que se vuelva de conocimiento público y sirva de contribución social para la formación ciudadana.

La ciudadanía peruana es constantemente calificada como una que, en general, no valora la educación. La cuestión entre la formación práctica y lo considerado como real conocimiento se intensifica en el instante que se considera a la instrucción académica como una "gracia" y no como un requisito indispensable para la formación del ciudadano base peruano. A lo anterior se debe agregar el poco interés en el presupuesto de educación por parte de las familias, la mísera participación del estudiante en los asuntos de carácter público escolar debido a la cultura autoritaria y la ausencia de debates.

¿Cómo crear ciudadanía?: equidad en las oportunidades, de no hacerlo, se estarían cimentando las bases para la formación de una futura brecha social y cultural grande en el país. La idea generalizada de que la educación "castra la creatividad" circula en las plataformas sociales calificando al sistema occidental como lento, aburrido y empeñado en introducir conocimiento innecesario de cualquier manera cuando, se supone, resulta inútil para la formación autentica del estudiante.


 La educación representa el motor de desarrollo a largo plazo más importante de una sociedad. ¿Cuál debiera ser el objetivo de ella? Formar y permitir que la gente desarrolle sus potencialidades para que sean los estudiantes quienes tomen decisiones conscientes y busquen lo mejor para sí mismos, ya sea escogiendo sus propios cursos o sus propias carreras. La base de una escuela impositiva que tenía por finalidad desarrollar a un alumno y futuro ciudadano obediente con frases como "la letra con sangre entra" ya no funcionan. Comparar el modelo jerárquico, de obediencia y de idealización que usaba la violencia para educar a los jóvenes con el modelo actual que prohíbe todo lo anterior, sería prácticamente preponderar a la violencia por sobre una sociedad democrática con derechos humanos. Escuelas, universidades que exigen al estudiante levantarse a las 4 de la mañana o estudiar en espacios con miles de alumnos más por más de 8 horas diarias, esa masificación, refleja como la educación no ha estado siendo tomada enserio. ¿Y si comenzamos a considerar al estudiante no como un colectivo, sino como un individuo del que se deba conocer sus potenciales y también cómo fortalecerlas? De esta manera el niño, el joven estudiante podrá tener la autonomía suficiente como para estudiar por su propia voluntad. Debemos empezar a ver la escuela desde distintos puntos, no solo como un docente que deba enseñar y clasificar al estudiante acorde a la etiqueta de sus notas; o como un estudiante que deba asistir a clases por la fuerza; no solo como un sistema político que la vea como gasto o inversión pública. Se necesita, como país, que la educación sea por fin considerada como un aspecto integral y esencial en el desarrollo humano, no solo como etapas que al culminar se disgregan totalmente y pueden ignorarse; sino, pasen a ser considerados como procesos naturales para la formación ética, moral y cultural del futuro ciudadano peruano. Esta es la única manera en que la ciudadanía justa y democrática que tanto anhelamos se forme.

23 de octubre del 2019

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